martes, 21 de noviembre de 2023

La puerta

 Acabas de entrar por la puerta, sin dubitar el paso y con mucha confianza de que aquél "jamás nos veremos de nuevo" se mantendría para siempre. ¿Que hago yo en este café?, pero aún más ¿Que haces tú en esta ciudad?. Ahora llevas el pelo corto, y te queda muy bien. Es más fácil ver desde la esquina donde estoy sentado tus hoyuelos al sonreír y tu mirada brillante cuando estás haciendo tu pedido. 

Es curioso verte, así, de lejos, como dos desconocidos, después de cuanto nos llegamos a conocer. Han pasado tantos años, me gustaría saber como más has cambiado, porque yo también lo he hecho. Ahora sonrío un poco más que cuando salíamos, y veo la vida con más alegría. Sigo siendo un tonto <<aunque ya no tu tonto>>, pero he madurado en muchos aspectos. Intento cuidarme más, haciendo valer cada regaño que me diste en su momento. Ahora me gusta el ukelele, cuando mil y un veces te dije que me parecía un instrumento aburrido, y he descubierto un nuevo interés en la pintura y la cerámica. Aun bailo eventualmente, y sigo golpeando tambores como cuando ensayábamos juntos canciones con letras inventadas y sentimientos sinceros. 

Me gustaría saber si ahora te gustan los legos, o si ya te viste la trilogía del señor de los anillos. Si sigues pintando y sonriendo cada vez que salpicaba el pincel sobre el lienzo. Si aún juegas al volley, y sigues en el equipo  de tu barrio. Me gustaría saber después de esa puerta, por la que estás saliendo, que es de tu vida. Saber si eres feliz, o al menos estás contenta con la vida. 

Se ha cerrado la puerta. Se ha enfriado mi café. 

viernes, 15 de septiembre de 2023

No tiene sentido.

Hace 5 minutos estaba acostado, pensando en cómo me he sentido con mi vida últimamente y recordando esa época donde leía para que la esta pasara. Tantos libros que leí en ese momento y tan poco que recuerdo de ellos... aunque hay uno que recuerdo con mucha claridad. Un libro que me recuerda a ti. Corto pero profundo, como lo fue alguna vez lo nuestro. Me he levantado de golpe, y he empezado a escribir, tal como lo hice el día después de que nos pasara algo por primera vez. 

"... En todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío." 

He pensado en ese libro, y no he podido evitar pensar en ti. En tu sonrisa, que se dibujaba entre la fina línea de la inocencia y la picardía. En tus ojos, con un verde que me atrapaban cada vez que soltaba tus labios y tu pelo negro enredado en mis gafas después de cada abrazo. 

He recordado los largos viajes en bici, los cigarrillos en la ducha, las noches en bares y las noches en tu cama. El sofá, la biblioteca y el parque atrás de tu casa. He recordado lo fácil que era perderme en ti, cuando estaba contigo, y sentirme perdido cuando no lo estaba. 

¿Qué hubiese pasado si no me hubiese tenido que ir? No lo sé... Pero gracias por recomendarme ese libro y por dejarme vivir un poco. 

"Vivir consiste en construir futuros recuerdos." 


lunes, 6 de febrero de 2023

Con un vinito, soy feliz.

Hace mucho no tocaba esto... Y es cierto que hace mucho no me sentía así. Después de curar varias heridas del pasado, he sido muy apático a mis sentimientos, y si bien he tenido experiencias 'románticas' en estos años, no había tenido una que fuese lo suficientemente importante para mí, o que yo viese de esa forma. Hace mucho no me sentía así, tan libre para dar cariño, y tan real para sentirme interesado en alguien. Lastimosamente, como en la naturaleza, nada es ideal y el interés mutuo se desvaneció más rápido de lo que pude controlarlo. Entiendo que parte de eso ha sido mi culpa, que entre tanteo y conocimiento, he tenido mis fallos. Y la verdad duele, porque ese sentimiento de desamor no es bonito en ninguna circunstancia, pero a su nivel está el de la incertidumbre y la falta de claridad, que es lo que tenía tambaleando esto. 

Sin ganas de hablar más de esto, me quiero centrar en lo que hay después, porque ha sido una experiencia bonita, con sus altibajos y que ahorita está en una caída poco agradable, pero una vez te bajas de la montaña rusa, sigue habiendo un parque de diversiones, una vida, un carnaval. Cuando me baje de tus ojos, y vuelva al camino, sigue habiendo mucho por hacer, muchos amigos, muchas cervezas, muchas actividades y es que solo puedo cerrar los ojos y pensar en 'Flema' y su canción 'Más feliz que la mierda'. Aunque estés lejos (a ti te hablo, amor), aunque esté solo en mi cama, aunque no haya tabaco, o no haya alcohol... puedo ser feliz con las cosas pequeñas que da la vida. Porque no todo es 'no estar', y tampoco lo es todo 'estar'. Hay días solos, y días con amigos, hay días de cervezas y otros de chocolate con churros. Hay noches donde no puedo dormir, y otras donde no me puedo levantar. Y es que como diría alguien a quien quiero mucho 'La vida sin emociones no tendría sentido'. Siempre he sido agradecido con todo lo que me ha dado la vida, tanto bueno como malo, y es que gracias a esas experiencias malas, lo bueno se enaltece más, porque vaya, tenemos que dejar de ver únicamente lo malo que tiene la vida. La vida tiene muchas cosas bonitas, que a veces pasan desapercibidas porque solo vemos lo malo. Basta ya de comentarios tipo 'me quiero morir' o 'que asco la vida', porque no es así, la vida es muy bonita, y hay que quererla como es, con sus altos y sus bajos. Y yo, cuando salga de este bajo que estoy pasando, voy a levantar la mirada y me voy a dar cuenta que mi vida, está llena de altos. La vida es muy bonita, es un carnaval toda la vida y hay muchas razones para ser feliz. 

Con musiquita, soy feliz

Bailando mucho, soy feliz.

Con un vinito, soy feliz

Con mis amigos, soy feliz

Mirando al cielo, soy feliz




lunes, 14 de octubre de 2019

Un café más.

En esta ocasión, las cosas no fueron espontaneas. Contigo no surgió de la nada, ni apareciste cuando nadie más estaba. Fue una situación en mi opinión algo caprichosa, todo fue un proceso. Poco a poco fuimos conociéndonos, espacios y amigos comunes, muchas veces en la misma habitación sin intercambiar una sola palabra, muchas veces en un mismo cuarto sin chocar miradas. 

Al principio solo unas cuantas palabras, saludos y despedidas más que nada, poco a poco ya compartíamos risas y momentos. Y finalmente llegó el detonante, aquel catalizador que permitió que las cosas empezaran a pasar. Vaya día fatídico, pero supongo que tenía que pasar tarde o temprano.

Departimos en grupo y se dio este tema, cada quien empezó a dar su opinión y a hablar de eso, mientras yo di un paso atrás. No me sentía cómodo, no quería estar ahí, y sin pensarlo mucho salí y me fui sin avisar, con la mala fortuna de que te encontré de frente cruzando el pórtico, chocando abruptamente. Preguntaste a dónde iba, y nervioso no supe que decir, así que de repente y agitado te dije que te contaría bien cuando nos tomáramos un café.

Vaya imbécil, pensaba. Seguro no gastarías tiempo en eso con alguien como yo, teniendo tantas cosas que hacer. Me sentí como un imbécil y empecé a irme sin poder verte a los ojos, y antes de que pudiese voltear, con una sonrisa me dijiste que sí, que me escribías cuando supieses que tenías algo de tiempo. Apenado y asustado partí casi corriendo, en ese momento no sabía como sentirme.

Miércoles por la mañana, recibí un mensaje tuyo. 'Estaré en el centro, si quieres veámonos en la tarde, que la tengo libre'. Lo pensé mucho, pero acepte, más por salir del asunto que por otra cosa. Esa tarde en mi cambió algo, y sin muchos detalles quedamos para repetirlo pronto. Era raro verte en ese ambiente dónde sólo estuviésemos tu y yo, pero poco a poco fue sintiéndose bien, un café tras otro ya era normal.

Esa normalidad fue la misma que poco a poco fue apagando ese sentimiento. Seguía sintiéndose bien, y solo por eso lo hacíamos, sin embargo progresivamente fuimos disminuyendo la frecuencia con la que nos veíamos. Poco a poco dejamos de hacerlo, hasta que definitivamente nos tomamos un último café juntos.

El tiempo sigue pasando y por cosas del destino, ya ni siquiera nos reunimos en grupo. El tiempo sigue pasando y cada uno va tomando caminos diferentes, separados y muy distantes. A duras penas hablamos y por eso mismo casi no sabemos el uno del otro. 

Sin embargo, no imaginas cuanto daría yo para poder tomar nuevamente un café más contigo.






martes, 18 de junio de 2019

Luna llena.

El humo del cigarrillo se eleva y nubla aquella luna llena que yace sobre el cielo. La misma luna que me ha acompañado en éstas largas noches... Noches que antes compartía contigo y que ahora comparto con mi soledad. Nubes, humo y una luna en lo más alto del cielo son lo único constante en mi vida.

Recuerdo con nostalgia la primera luna que compartí contigo. Fue un día extraño, era el primer día que te había invitado a salir, nos veríamos en un centro comercial. Desde el momento que me desperté y supe que era el día me sentía nervioso, la ansiedad recorría mi cuerpo. Quedamos de vernos para almorzar, pero de almuerzo solo teníamos la hora. Recuerdo haber llegado casi una hora antes, una hora donde me decía a mi mismo que me relajara, que no podía presentarme frente a ti de esa manera.

El tiempo pasó y me llamaste, me preguntaste donde estaba y acordamos un sitió para encontrarnos. Llegué a la banca y me senté, mis manos inquietas y mi cabeza dándome vueltas. Miraba a todos lados esperando verte, hasta que de la nada me sorprendiste abrazándome por la espalda. Me puse frío... Volteé y besé sutilmente tu mejilla intentando acercarme un poco a tus labios y te sonrojaste, empezamos a caminar sin mucho rumbo.

La tarde transcurrió sin muchos sobresaltos, hablamos, reímos y nos sentíamos cómodos. El tiempo pasó tan rápido que cuando menos nos dimos cuenta una gran luna llena se posaba sobre el cielo. Eran las 8 de la noche y estábamos cerca de tu casa, te dije que te dejaba y luego tomaba mi bus. Íbamos caminando, y empecé a distraerme con la luna, hasta el punto que en un momento casi me voy contra un carro. En ese momento tomaste mi mano y comenzaste a dirigir mis pasos, para mí ese momento era irreal, caminaba bajo una hermosa luna, tomado de la mano de una hermosa mujer.

Estar contigo me gustaba más de lo que yo mismo imaginaba, y no era consciente de eso en ese momento. Llegamos a la puerta de tu casa y me ofreciste entrar un rato, y yo lleno de pena accedí. Nos echamos en el sofá y empezamos a ver televisión, te notaba muy atenta hacia mí, y el tiempo siguió fluyendo rápidamente. En un momento me levanté del sofá y miré la hora, eran las 10:30PM, si no salía ya no habría forma de volver a mi casa.

Una parte de mí no quería irse de ahí, quería quedarse para siempre en ese sofá, rodeado por tus brazos, entrelazado con tus piernas, pero supongo que nunca he sido lo suficientemente valiente como para tomar decisiones estúpidas y apresuradamente te dije que debía irme. Me acompañaste a la parada, con el frío más absurdo que jamás había vivido, pero soportado por el calor que me estabas dando. Pasó el bus y en un intercambio rápido de miradas te robé un beso y al momento de separarme de ti ya estaba sobre el bus. Desde la ventana te veía sonrojada. El bus partió y yo solo pude ir el resto del camino hasta mi casa viendo la luna llena sobre el cielo.

Al día de hoy no sé que es de ti, desde que te fuiste del país perdimos el contacto, tuvimos una relación bonita, llena de altibajos pero con un cariño que siempre fue constante, incluso hasta el momento de tener que terminarla. No sé que será de ese centro comercial, ni de ese sofá donde departíamos, pero sé que donde quiera que estés y a donde quiera que sea que vayamos, la luna llena siempre estará ahí acompañándonos.

El humo del cigarrillo se eleva y nubla aquella luna llena que yace sobre el cielo. La misma luna que me ha acompañado en éstas largas noches... Noches en las que te recuerdo con nostalgia y cariño, noches en las que puedo sonreír porque sé que guardo algo de ti dentro de mí.

lunes, 3 de junio de 2019

He vuelto a soñar.

He vuelto a soñar con el amor. Así me gusta llamarle, porque aún no sé su nombre... Te he soñado durante varias noches y aún no distingo tu rostro, te he soñado por incontables noches y aún no sé tu nombre. Siempre que sueño con el amor hay algo diferente, pero al final siempre termina igual.

Anoche, besada por el fuego, con tus ojos, tu cabello y tus labios rojos, tomabas mi mano mientras echados en un sofá veíamos televisión sin verla realmente. Tus ojos eran demasiado para mí y no podía sostener la mirada, pero me sentía tentado a seguir viéndote, te contemplaba mientras en ocasiones tu veías a la nada, y al final cerraba mis ojos para sentir con más fuerza tus labios.

Antes de esa noche, eras luz entre oscuridad, blanca cabellera como blanca era la luna de esa noche y tus ojos azules, claros como el cielo en sus días más bonitos encajaban perfectamente como la reencarnación de la mismísima Selene, diosa griega de la luna. Bajo un cielo estrellado y con una luna crecida en su mismo romanticismo, recorríamos juntos el centro de ésta ciudad, andábamos por pasajes y nos escurríamos entre el pequeño laberinto de concreto. Nuestras manos juntas contemplando la fiesta de luces y el espectáculo cultural.

Antes, el sol brillante sobre tu cabello rubio destellando hacía todo lado, sol qué también aclaraba cada vez más ese color verde-amarillo de tus ojos , en un caluroso y agotador día, en algún parque de ésta basta ciudad. Caminábamos al rededor de un montón de personas, una multitud, una turba. Íbamos lento, a un ritmo que no distrae ni deja pensar a nadie más, donde lo único que importaba era lo que pasara entre nosotros.

Antes, ojos verdes y cabello castaño, sobre mi estabas echada, me recriminabas por mi forma tan infantil de ser, me decías que era un imbécil y que no tomaba nada en serio, te abalanzabas sobre mí y me besabas, no importara cuanto durara el beso, apenas acababa terminabas con un 'Eres un gran imbécil'. Echada a mi lado en la cama, veíamos el techo mientras hablábamos de cómo la vida nos había llevado a esa cama, como habían pasado tantos años y seguíamos ahí, como si fuese la primera semana.

Antes, cabello negro y ojos azul-verde, en los que me perdía cuando te miraba. Un día frío y gris, donde la lluvia no tardaría en presentarte, iba detrás de ti a todo lo que mis piernas daban, tú, por tu parte ibas relajada, burlándote de mí a tu manera, apostando sabiendo que ganarías y buscando cosas en mí que pensé que nadie buscaría jamás. Llegamos a tu casa, empapados en sudor para ducharnos y desayunar, era feliz cocinándote pese a que sabía que tu lo hacías mucho mejor. Comíamos para echarnos a descansar en tu cama.

Antes, de colores vivos y extravagantes, con ojos marrones me rodeaba de tus brazos, escuchaba tus vivencias y te compartía las mías, en el calor de tu cuerpo. Caminábamos entre los edificios que circundaban tu casa, torres altas y pocas casas, muchos parques y pocos árboles, al final encontrábamos un tumulto de pasto donde pasábamos horas hablando de lo que fuera, y nunca nos cansábamos.

Al final he sabido que todas estas mujeres en mis sueños eran una sola, eras tú, amor. Lo sabía por la fortaleza del sentimiento, y lo poderoso que éste llega a ser. Lo sabía porque al final, siempre pasaba lo mismo, me encontraba en el sentimiento, vivía en el y dejaba que se fuera sin poder hacer nada. Al final siempre has venido para irte pronto, amor. Pero en éstos días he vuelto a soñar constantemente contigo, esperando que cada vez sea más lenta esa ida, hasta el punto de que sea lo suficientemente fuerte para poder retenerte.




martes, 28 de mayo de 2019

Más allá de las estrellas.

Deambulaba por el vació del espacio, habían pasado ya 5 meses del accidente, y realmente no sentía el paso del tiempo. Para él solo había pasado una semana, recordaba todo con mucha nitidez... Era un día normal (si es que a eso se le puede llamar día) más allá de las estrellas, por lo menos para él. El, capitán de una nave sin nombre que emprendía misiones y se satisfacía con la exploración espacial y  una tripulación quizá no muy numerosa, pero si leal hasta los últimos instantes. Era un día tranquilo, así lo adaptaron ellos en función al día terrestre, sin embargo sin previo aviso uno de los principales reactores termonucleares con los que la nave se permitía viajar se malogró y en menos de lo que la luz puede recorrer travesías entre planetas más de la mitad de la nave quedó reducida a partes flotando erráticamente a lo largo del basto espacio.  El capitán sin pensarlo dos veces aisló la cabina, intentando salvar a sus compañeros, sin embargo, por los azares del destino, toda la tripulación se encontraba en la parte baja de la nave. Así, de un momento a otro aquella nave sin nombre se convirtió en una cabina que por falta de energía no podía desplazarse a su placer, pero que al menos serviría como refugio mientras alguna otra nave pasaba por ahí y se percataba de la situación.

Pasó el tiempo, y aquella otra nave nunca apareció. Solo, en el espacio, viendo más allá de las estrellas... el capitán completamente solo. Los primeros meses fueron los más difíciles, soñaba constantemente con su tripulación, sus amigos, con quienes había compartido por un gran tiempo, hablar de días y noches es complicado, puesto que en la inmensidad del espacio, casi siempre es de noche. Aquella cabina en la que se sentía prisionero contaba con provisiones de supervivencia para 20 años, sin embargo sobrevivir no implicaba una vida digna. Constantemente tenía pesadillas donde él era el culpable de todos los desastres, al fin y al cabo era el capitán, él debía velar por la seguridad y el bien de toda la nave, en vez de estar sentado en un trono sobre los demás. Constantemente disertaba y hablaba consigo mismo en voz alta, como si discutiese con alguien más, pero al final siempre solo. Siempre se afligía por lo sucedido y la impotencia de no poder hacer nada le ganaba. Estuvo al borde del suicidio varias veces, y muchos hubiesen estado de acuerdo con eso, al final era alguien perdido en el vacío del espacio, una muerte similar a la de su tripulación en condiciones adversas; pero nunca lo logró.

Después de varios ciclos semanales empezó a tranquilizarse, a buscar opciones más allá de las situaciones  negativas y de la profunda oscuridad del espacio. Su cabeza ya no tenía poder sobre él, ya lo había torturado lo suficiente con todo lo sucedido, después de mucho pensarlo y con mucho esfuerzo detrás, el capitán solo encontró tranquilidad. Aprendió a ver el infinito del espacio y buscar en él la belleza, ver como más allá de las estrellas podía encontrar nuevas oportunidades y se sentía agradecido de que su destino no fuera la fría muerte aleatoria en un lugar tan desolado. Habían pasado ya 5 meses del accidente y él solo sentía que había vivido 1. El tiempo en el espacio siempre dará a conjeturas físicas complejas de explicar, pero era como si el tiempo no pasara en los ojos del capitán solo.