‘Tres…
Dos… Uno… Despeguen’ fue lo último que Freddy escuchó ese 3 de agosto antes de
partir de la tierra. Aquel joven que mientras cursaba el bachillerato gozaba en
sus clases de física, hablando de cuerpos celestes y misterios del espacio.
Aquel joven que nunca le puso empeño a las demás materias, pero sobresalía por
ser un sabelotodo en cuanto a la física, la química y la matemática.
Mientras
cruzaba los cielos y besaba la atmosfera en su transbordador espacial ‘Utopía’,
miles de recuerdos llegaban a él. Su familia, sus hijos, todo lo que dejaba
atrás, sus sueños… nunca había pensado que un día como este llegaría.
Al
llegar a la atmosfera recorrió con su mirada el vacío del espacio, observando
cada cuerpo celeste flotando y analizando lo que en su época plantearon
Klepper, Copernico y Galileo, quedando asombrado por algo tan sublime e irreal.
Finalmente volteó y observó un enorme punto azul que a medida de que pasaba el
tiempo iba reduciendo su tamaño. En su estómago algo se movió, jamás había
sentido algo así, por un momento pensó que era más grande que dios, pero en
otro se sintió más insignificante que nunca. ‘El poder de la inmensidad
astronómica’.
Un 3
de Mayo al ingeniero de sistemas Freddy Fernández lo llamaron de la agencia
nacional espacial, la NASA para informarle que el proyecto que había pasado
sobre enviar un satélite al planeta HIP 13044 b en la galaxia de Fornax, a más
de 2000 años luz de la tierra, había sido aprobado por lo cual volaría hasta la
estación espacial internacional para realizar los análisis pertinentes y,
además de esto cumplir su sueño de conocer el espacio exterior.
Así,
3 meses antes comenzaría su entrenamiento para resistir una semana en la
estación espacial. Pruebas de resistencia, nutrición y estado mental, fueron
parte de un gran número de pruebas que se le realizaron a Freddy para evitar
cualquier percance allá arriba, dónde nadie poseía control de nada.
El
tiempo fue pasando y Freddy se hizo más fuerte, se sentía listo para vivir una
aventura que jamás había imaginado, pero que siempre había soñado. Se dispuso,
una semana antes del viaje a saludar a todas las personas que consideró
importantes en su vida. Su profesor de Física, de química, e incluso al de
filosofía; cada uno le daba pequeños consejos. Su familia, sus tíos y primos,
sus amigos del colegio y de la universidad, sus compañeros de trabajo más
cercanos, todas las personas que él pudo recordar para finalmente pasar las
últimas horas sobre la tierra con su familia.
En
esa última noche su hijo, antes de dormir le preguntó si en serio el planeta
tierra era el único planeta con seres vivos a lo largo del espacio, a lo que
Freddy respondió ‘No lo sé pequeño, quizás cuando regrese de este viaje ya lo
sepa’. Le dio un beso, lo arropó y se fue a su cuarto. Esta sería la última
conversación que tendría antes de partir a su exótico viaje.
Al
llegar a cabo cañaveral, conoció a quienes serían sus acompañantes en el viaje.
El físico ruso Dimitri Trotivic, dos ingenieros aeroespaciales americanos,
Walter y Hank Davis, y finalmente una astrónoma italiana, Francesca Berlusconi.
Todos ellos ‘viajeros frecuentes’, por lo cual Freddy era el único que nunca
había salido de la tierra. Había muchísimas barreras de comunicación, sobretodo
la idiomática, y eventualmente se entendían palabras en inglés, pero nunca se
formaban conversaciones, por lo que al ingresar al transbordador la cosa se
tornó un poco incómoda. Él sabía que todos ‘iban a lo que iban’, por lo cual la
seriedad mostrada era absoluta.
Al
momento de entrar al trasbordador, sintió un frío atravesando todo su cuerpo.
Tenía miedo de seguir adelante, pero a la vez las ganas de aventura que
llenaban su cuerpo eran impresionantes. Se acomodó en su asiento, mirando hacia
el cielo despejado y comenzó a respirar. ‘Tres… Dos… Uno… Despeguen’ sería lo
último que escuchara antes que un estruendoso ruido atravesara por sus tímpanos
y ensordeciese su vida por unos segundos.
La
nave adquirió un silencio singular, mientras que el ruido de los botones y
alarmas era enorme, sin embargo el aroma a tranquilidad se veía en la cara de
cada uno de los tripulantes. Ya al salir de la atmosfera, con menos sonido de
alarmas se vieron envueltos en un incómodo silencio tal que el viaje se tornó
eterno.
En
ese trayecto, Freddy solo podía pensar en lo rápido que había avanzado la
ciencia, si bien tan solo 2800 años atrás los primeros científicos ‘serios’
daban pasos agigantados en los campos de la astronomía y la física. Además de
que entendía que durante casi 1200 años no hubo avance científico como tal, se
sorprendía como tan solo hace 70 años ya tenía imágenes del cuerpo planetario
más alejado del sistema solar que habitaba; Plutón.
En
ocasiones pensaba que dirían personas del calibre de Da Vinci, Einstein, Tesla,
incluso Anaximandro y aquellos griegos que desde su pequeño territorio
observaban el cosmos. Pensaba, si una persona ‘insignificante’ como él tenía
grandes sensaciones en un lugar tan inhóspito como el espacio exterior, como
serían los sentimientos de aquellos que vivieron por y para el mismo, sin poder
tocarlo con la palma de las manos.
Entre
tantos pensamientos, terminó desvaneciéndose en un profundo sueño. Al llegar,
lo primero que quiso hacer Freddy fue salir y ver el vacío del espacio con sus
ojos, quería sentir la profundidad del mismo, y quería tocar (de una forma muy
abstracta) el vacío del espacio. Sin
embargo, en ese instante no tenía permisos suficientes, debía acoplarse y estar
por lo menos 36 horas dentro de la estación espacial para que su cuerpo y su
metabolismo se ajustaran al mismo, puesto que es muy diferente vivir en una
especie de satélite que orbita a través de la tierra, que vivir en la tierra,
sobretodo porque el ciclo solar suele cambiar y en ese sentido se pueden llegar
a tener serios problemas.
Debido
a esto, lo primero que hizo fue explorar el interior de la estación espacial.
Las zonas con gravedad, y las que permitían al astronauta entrenar en gravedad
cero, sin embargo, al pasar por la zona donde se almacenaban todos los posibles
combustibles notó que algo parecía no estar en orden, sin embargo le dio poca
importancia y siguió en su camino de exploración y aventura. Se sentía como
niño pequeño en juguetería, todo le resultaba asombroso. Casi terminando su
recorrido se encontró con Francesca junto a Dimitri, intentó avisarles sobre el
elemento extraño que notó en su exploración, a lo que ellos, asintieron y
dejaron como si no hubiese nada, por lo cual Freddy se relajó y siguió su
camino.
Sus
siguientes horas se le hicieron eternas, puede que estuviese en el lugar más
genial del espacio para él, sin embargo no se encontraba a gusto con algo, aunque
ya faltaban solo 16 horas para poder sentir el espacio ‘en carne propia’. El
tiempo pasaba y él iba olvidando que la verdadera razón por la que se
encontraba allí, no era más que la de instalar y programar un satélite que resistiese
el poder del vacío y de la velocidad de orbita máxima de la estación espacial.
Finalmente
se cumplieron las 36 horas, y sin más que solo ánimos y su traje de astronauta ‘último
modelo’ saltó al espacio enganchado de un arnés que lo sujetaba a la base de la
estación espacial. Apenas salió quedó impresionado, no solo con la inmensidad
del espacio, con los planetas que ya no se veían como pequeños puntos de
colores sino también con el propio planeta tierra. En ese momento recordó las
palabras de su hijo; ‘¿Habrán más planteas con seres vivos?’, le parecía algo
muy posible, ese enorme punto azul que se encontraba al frente suyo resultaba
ser insignificante frente a todo lo que veía más allá del mismo.
Saltando
y caminando por donde podía, Freddy recorría lo que llamaríamos firmamento,
pero de una forma que no puede ser descrita. Veía estrellas tanto arriba, como
abajo, a todo lado, para él era mágico. Sin embargo, su momento de alegría duró
poco, cuando sintió que su arnés se tambaleó y vio fuego en la parte más alta
de la estación espacial internacional. Posterior a eso, vio como las capsulas
de escape de emergencia salían una por una, contando hasta 6 capsulas… todas
las que habían. Se percató que la explosión venía del tanque de almacenamiento
de combustibles, y que posiblemente se produjo por el pequeño desorden que notó
al pasar por ahí la primera vez. Este desorden no era nada más que una fisura
en el tanque, que al reaccionar con oxígeno haría que se produjese una gran
combustión.
Desesperado
y frustrado, intentó ‘nadar’ hasta donde pudiese sujetarse, sin embargo el
movimiento de la estación, como el movimiento que generaba su órbita, lo movían
de tal manera que parecía una pelota amarrada a una raqueta. Cuando por fin
logró sujetarse de una antena, esta se rompió, generando una acción en cadena
que terminaría rompiendo su arnés, flotando sin rumbo en el espacio. Con todas
las esperanzas perdidas decidió que lo mejor para él, y para prolongar su vida
era poner el traje espacial en modo de hibernación, consumiendo poco oxígeno,
para así no agotarlo rápidamente, durmiendo y teniendo la esperanza que algún
día caería como un meteorito de regreso a la tierra. Pensó en su familia,
sobretodo en su hijo y cerró sus ojos.
Pensó
que nunca los volvería a abrir, y que lo más probable es que muriese en el vacío
del espacio, pero su suerte fue totalmente diferente…
Apenas
abrió sus ojos, un fuerte dolor de cabeza lo atacó, muy cansado para moverse,
logro con justas fuerzas tocarse los ojos y frotárselos, no podía creer que
seguía vivo, de hecho, no podía creer que estuviese de nuevo en la tierra. Con
todas sus fuerzas intentó levantarse, sin resultados positivos, por lo que agradeció
nada más el hecho de estar vivo. De repente llegaron un par de individuos con
forma humanoide, Freddy se acababa de percatar que el cielo no era azul, sino
de una tonalidad un poco más purpura, y así también que la razón por la cual no
se pudo levantar era porque estaba en un planeta cuya gravedad era mayor que la
de la tierra.
Anonadado
no supo cómo reaccionar, tenía miedo, pero a la vez estaba aliviado pues estos
seres no habían hecho nada con él, por lo cual sentía un poco de confianza
frente a cualquier cosa que le pudiese pasar. Al intentar comunicarse, se dio
cuenta que ellos no hablaban, sino que se entendían tan solo con mirarse, hasta
que logró entablar conversación, por medio de telepatía con uno de esos seres.
El
ser extraño le contó que lo habían encontrado flotando en el vacío del espacio,
y que al ser tan similar a ellos decidieron rescatarlo, sin embargo que al
llegar al planeta, se dieron cuenta que era originario de otro planeta, un
planeta azul que se encontraba a 3 sistemas solares de allí. En ese momento
estaban en el planeta Kugo, un planeta pequeño, de características similares a
la tierra, de hecho fueron planetas que nacieron y fueron desarrollándose al
tiempo, Sin embargo poseían una pequeña diferencia, la ausencia de religión.
Gracias a esto, estaba casi 1500 años adelantados tecnológicamente hablando,
por lo cual poseían facultades de comunicación telepática así como muchísimas
otras cosas las cuales Freddy nunca imaginaría que existirían en algún momento.
Por
su cabeza pasaron miles de cosas, desde que todo eso era un sueño hasta que el
cielo del que siempre le hablaron no era como lo pintaban, que su muerte lo
llevó a un mundo de alucinaciones y fantasía, sin embargo en su mar de
pensamientos, casi instintivamente le salió un ‘¿Pueden enviarme de regreso a
la tierra?’. La respuesta fue más que inmediata; ‘sí, es algo demasiado
sencillo’.
‘Por
siglos hemos visto su planeta, cuya belleza es similar al del nuestro. Una
pequeña aura azul los rodea, llenos de esperanza, mientras que el nuestro, un
poco más pequeño rodeado por un aura purpura, donde la paciencia y el
conocimiento resaltan sobre sí. De no ser por esa enfermedad que ustedes llaman
religión, estarían casi al mismo nivel que nosotros, hace siglos reevaluamos
teorías astronómicas que ustedes no concebirán hasta dentro de varias décadas,
así como el engrandecimiento a personajes específicos fue encerrando el
conocimiento, mientras que en un mundo donde poseer conocimiento no es un
privilegio las cosas fluyen de mejor manera. El día en que la raza humana deje
de vivir de la esperanza y se enfoque más en el conocimiento, prosperarán hasta
el punto en que los avances en el campo científico avanzarán a una velocidad 10
veces mayor de la que avanza actualmente, eso descubrimos, y por eso, es que en
cuestión de minutos volverás a la tierra. El tiempo que vagaste en el espacio
fue aproximadamente un cuarto de lo que demora Kugo en rotar frente a nuestra
estrella, es decir un sexto de lo que demora la tierra rotando a la estrella de
su sistema solar. Finalmente, fue un placer y una suerte que te hayamos
rescatado, sin embargo no te podemos contar más sobre quiénes somos, porque puede
peligrar tu estado mental. Sin más, te invito a que nos sigas a esta pequeña
nave en forma de cono, acá volarás a la tierra’
Al
oír esto Freddy sintió un escalofrío, lo que lo hizo percatarse de que esto era
más que real. Los siguió sin pensar ni una sola palabra, y al entrar al pequeño
cono se dio cuenta que este era inmensamente más grande por dentro que por
fuera, por lo que reevaluó que el espacio es relativo, así como en algún
momento lo planteó Einstein. Se subió a la nave y en cuestión de minutos ya
divisaba los anillos de Saturno. Anonadado por eso, pensó en todo lo que había
vivido, hasta el punto de tener una respuesta para su hijo… Desafortunadamente,
al llegar a Júpiter, un asteroide impactó contra su nave en forma de cono,
cambiando la ruta de llegada, dejándolo vagando por el espacio por otro largo
periodo de tiempo.