sábado, 22 de abril de 2017

Decir adiós es crecer.

Ésta es una de las decisiones más difíciles de tomar, una que no se puede tomar a la ligera, y por eso aún no es definitiva. Las cosas en mi cabeza se están saliendo de control y están evolucionando a puntos donde ya no lo puedo manejar tan fácilmente. Ni mi forma de ver el mundo, ni de comprender y asimilar las cosas que pasan a mi al rededor... ni siquiera el nuevo yo que es mucho más fuerte emocionalmente está preparado para esto. 

Ansiedad, ansiedad, ansiedad, ansiedad, ansiedad, ansiedad, ansiedad...

Estoy en ese maldito punto dónde me afectan más las cosas, y cualquier pendejada se convierte en ansiedad, lentamente voy lastimándome, muy lentamente voy destruyéndome. Lentamente terminaré arruinando todo pensando en que saldré de ese problema, pero sé que después me lamentaré de cualquier estúpida decisión que tome con la cabeza caliente. 

Por eso, en pro a mi salud mental, estoy pensando seriamente que es momento de abandonar el barco, e irme. Quizás es lo mejor, no lo sé. Si sigo aquí, tarde o temprano haré alguna estupidez que dañe todo lo que he intentado preservar en los últimos meses... Si sigo extendiendo mi existencia aquí, es probable que lo arruine, y arruinarlo sería perder todo, todo lo que me hace feliz, todo lo que de una u otra manera me mantiene tranquilo. Después de todo lo que ha pasado, lo que más miedo me da es que seas tú quien se vaya, y las cosas no terminen bien. 

Tengo muchísimo miedo, de cosas que quizás no son reales, pero están ahí, en mi cabeza. Quizás decir adiós sea la mejor opción... al final, poder decir adiós es crecer. La verdad no recuerdo cuando fue la última vez que se me salió una lagrima escribiendo, pero el hecho de estar en este punto, considerando realmente en decir adiós, me duele demasiado.