sábado, 30 de diciembre de 2017

Carta al 2017

Solo he hecho dos veces esto, 2013 y 2016, supongo que en 2014 o en 2015 no me sentía tan cómodo para hacerlo.

Éste fue un año complejo, con muchos sobresaltos. Empezó prometiendo mucho, pero poco a poco empecé a tener problemas, cosas que pensé había solventado por allá en el 2015 pero que realmente solo había escondido. Sufrí, lloré, perdí, me cansé, me caí; pero también sonreí, gané, me levanté y busqué seguir adelante. A groso modo fue un año con muchísimos altibajos, y extenderme en cada uno llenaría de páginas este blog.

Hubo metas cumplidas, cosas que pensé que no volvería a hacer, amigos que se fueron, otros que volvieron y nuevos amigos que aparecieron, amistades que se fortalecieron mas allá de los años y otras que independiente al pasado trascienden en la vida, viejos amores que se disolvieron y se transformaron, muchísimo alcohol, un par de semestres complicados, por no decir los más pesados de la carrera, mucha paciencia y mucho descontrol; Dolor y felicidad, y al final todo devino en tranquilidad. Todo para terminar el año en un aparente estado de control, de tranquilidad, de armonía, que quizá no me hace la persona más feliz del mundo, no me sumerge en la agonía que podría llegar a padecer.

Un año en que aprendí a conocerme mejor y que me enseñó a ser más fuerte de lo que jamás había sido, que me llevó por un camino que pensé no recorrería y me mostró partes de mí que aún no conocía. Un año, que independiente a todo lo que se sufrió y todo el dolor que llegó a tener, fue bueno, porque debo decir que en éste 2017, llegué a ser feliz.

Escribí, canté, bailé, leí, jugué, rodé, visité, conocí, aproveché y descubrí, tomé, disfruté, pero lo más importante de todo, intenté, lo logré, gané. Un año que me deja grandes historias y grandes recuerdos, un año más que pasa al recuerdo, pero que heridas que forjan al ser.

Gracias.