Al principio solo unas cuantas palabras, saludos y despedidas más que nada, poco a poco ya compartíamos risas y momentos. Y finalmente llegó el detonante, aquel catalizador que permitió que las cosas empezaran a pasar. Vaya día fatídico, pero supongo que tenía que pasar tarde o temprano.
Departimos en grupo y se dio este tema, cada quien empezó a dar su opinión y a hablar de eso, mientras yo di un paso atrás. No me sentía cómodo, no quería estar ahí, y sin pensarlo mucho salí y me fui sin avisar, con la mala fortuna de que te encontré de frente cruzando el pórtico, chocando abruptamente. Preguntaste a dónde iba, y nervioso no supe que decir, así que de repente y agitado te dije que te contaría bien cuando nos tomáramos un café.
Vaya imbécil, pensaba. Seguro no gastarías tiempo en eso con alguien como yo, teniendo tantas cosas que hacer. Me sentí como un imbécil y empecé a irme sin poder verte a los ojos, y antes de que pudiese voltear, con una sonrisa me dijiste que sí, que me escribías cuando supieses que tenías algo de tiempo. Apenado y asustado partí casi corriendo, en ese momento no sabía como sentirme.
Miércoles por la mañana, recibí un mensaje tuyo. 'Estaré en el centro, si quieres veámonos en la tarde, que la tengo libre'. Lo pensé mucho, pero acepte, más por salir del asunto que por otra cosa. Esa tarde en mi cambió algo, y sin muchos detalles quedamos para repetirlo pronto. Era raro verte en ese ambiente dónde sólo estuviésemos tu y yo, pero poco a poco fue sintiéndose bien, un café tras otro ya era normal.
Esa normalidad fue la misma que poco a poco fue apagando ese sentimiento. Seguía sintiéndose bien, y solo por eso lo hacíamos, sin embargo progresivamente fuimos disminuyendo la frecuencia con la que nos veíamos. Poco a poco dejamos de hacerlo, hasta que definitivamente nos tomamos un último café juntos.
El tiempo sigue pasando y por cosas del destino, ya ni siquiera nos reunimos en grupo. El tiempo sigue pasando y cada uno va tomando caminos diferentes, separados y muy distantes. A duras penas hablamos y por eso mismo casi no sabemos el uno del otro.
Sin embargo, no imaginas cuanto daría yo para poder tomar nuevamente un café más contigo.