domingo, 11 de mayo de 2014

La vida del poeta.

Sin especulaciones, sin conocer la verdad, canto al viento la primera prosa que por mi mente pase. La busco escribir, la busco guardar. Vivo una doble vida, una donde soy yo, aquel que todos ven, aquel del que todos especulan algo, no sé qué. La otra, una más romántica y bella, una que es capaz de escribir un libro con un beso, o componer una canción con una sonrisa. Ésta es la vida del poeta.

Mi suerte vive del azar, no busco conquistar, no busco engañar. Tan solo busco regar mis letras, recoger inspiración. Las cosas no son como las tengo previstas, de hecho, jamás preveo mis situaciones. Tan sólo dejo que el presente me patee, y el destino me apuñale, para darme cuenta que esta doble vida, asesina lentamente partes de mí. Quizás con un poema pueda expresar cuan feliz me siento al lado de alguien, o quizás, con una canción logre hacer vivir al lector la desesperación de la distancia y la preocupación. Pero con un poema, con una canción no puedo revivir eso en mí que mato, eso en mí que sacrifico para darle vida a mis letras.

Sin orgullo, en muchas ocasiones sin dignidad, sedo a mi parte más racional, para que los instintos del poeta salgan a flote. Así, acabo lentamente con ambas vidas. Consumo en parte el fuego interior que poseo. La vida del poeta me posee, no me puedo librar de ella tan fácilmente. A veces me arroja de un abismo, a veces me cuelga de un árbol, a veces me pone a volar a través de mil y un estrellas. Esta vida que no entiendo y jamás entenderé. Ésta vida por la que hoy sufro, por la que mañana sonreiré.

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