Tras cien de sobre mí un sentimiento, algo muy ligado a la felicidad, explica el porque de la alegría que mi alma alberga, pero entiende a su vez que la prudencia es el mejor aliado. Ese sentimiento sin nombre se apodera de mí cuando estoy a tu lado. Dejo de entender el concepto de realidad y pasamos a habitar el mundo que mi cabeza posee. Ahí somos tu y yo. Nadie más, nada que nos distraiga.
No es solo tu sonrisa quien altera mis sentidos y me hace olvidar cualquier situación existencial negativa, es también tu mirada, me introduce a mundos que desconozco y básicamente me enfrenta a mis miedos. El solo hecho de ir tomado de tu mano me hace el ser más valiente sobre la faz de la tierra. A tu lado mis miedos no son nada y buscaré enfrentarme a los tuyos.
Cuando siento el calor de tu piel, mi corazón se acelera y las molestias de mi cuerpo desaparecen. Cuando siento tus energias, me contagias. Cuando te veo a mi lado, no me creo que no este en mi mundo de sueños. Cuando te abrazo, regreso al mundo real. Instantes de felicidad, de alegría perpetua. De un sentimiento que aun no tiene nombre.