El tiempo empezó a pasar, y fui conociéndote, nunca dejé de enfocarme en tus hermosos ojos, o tu dulce sonrisa, pero me percataba de ciertas actitudes con las que sabía no congeniaríamos bien, sin embargo, como siempre, como un idiota seguí de píe, con esperanzas de que todo podía cambiar en algún momento. Siempre fui un idiota, y siempre lo seré. No es la primera vez que esto me pasa... Llegué al punto de sacrificar momentos importantes para estar contigo, pese a saber que la forma en que me determinabas no iba más allá que de un simple amigo.
Yo seguí ahí, como un idiota, perdido en tu mirada. Llegué a un punto donde sentí que por fin el sacrificio estaba dando frutos... sin embargo lo derrumbaste todo fácilmente. Es tu forma de ser, no puedo hacer nada, realmente acá el único culpable es este idiota que sufre y piensa por cosas que no deberían trascender tanto... Hoy sigo perdido en tu sonrisa, sigo perdido en tu mirada, sin embargo estoy quieto en un punto, donde no tengo rumbo. Estoy en el centro del laberinto... buscando como escapar, o en su defecto, buscando como perder más en ti.