domingo, 19 de noviembre de 2017

Una noche bajo el son.

Estábamos ahí, a las 4 de la mañana, cada uno con un cigarrillo en la mano, esperando con ansia que los buses comenzaran a circular. Cada uno con dos mil pesos en el bolsillo y muchas ganas de cerrar una noche de bajo el son con una madrugada llena de pasión. Estábamos ahí a las 4:15 de la madrugada, yo traía una camisa rasgada de lado a lado bajo mi buso, y tú, un par de tacones rotos. El humo de cigarrillo era lo único que nos mantenía cuerdos y tranquilos.

Estábamos ahí, a las 8 de la noche, cada uno con un cigarrillo en la mano, esperando con ansia que el show empezara. El bar aun no estaba abierto, y como de costumbre ye hice llegar temprano, solo para estar un poco más contigo; créeme aguantaría cada mentada de madre tuya, por afanarte, por obligarte a llegar temprano, por hacerte correr solo por el hecho de que en ese mismo momento te estoy viendo y tarde o temprano cambiarás esa cara de enojo y me besarás clamando lo estúpido que puedo llegar a ser. Pasaron los minutos, los cuales contábamos en cigarrillos, creo que siempre te temblaba la mano cuando fumabas, no era mucho de tu agrado pero te tranquilizaba y de alguna manera nos unía.

Dos o tres cigarrillos bastaron para que las puertas de ese hueco se abrieran y fuésemos los primeros en entrar. De la nada la gente empezó a llegar y pese a que estábamos bien acomodados empezamos a sentir el calor de la gente. Nos atendieron, de primer momento no pediste nada, mientras yo pedía sin pensarlo una cerveza bien fría, la música comenzaba a sonar. Hablamos, hablamos, hablamos, pensé que solo hablaríamos durante toda la noche, pero gracias a dios estaba equivocado.

Pasó una hora larga y por fin decidiste tomarte algo, pediste algo fuerte, querías salir de ti. Yo seguía tomando cerveza, sabías lo mucho que la amaba y nunca me recriminaste por eso. De la nada tomaste mi mano, me levantaste de la mesa y me sacaste a bailar. Mis pasos eran torpes, no coordinaba bien con los tuyos. La razón por la que te había llevado a ese bar es porque sabía que amabas bailar, pero desde que llegaste a la ciudad no habías tenido oportunidad de hacerlo. Adelante, adelante, atrás, atrás, centro atrás atrás, adelante... con todas mis fuerzas intentaba seguirte el ritmo, pero poco a poco te dabas cuenta que yo era un fracaso, pensé que la noche terminaría ahí.

Nos sentamos nuevamente, pediste otro trago, yo pedí otra cerveza. Ambos nos acabamos lo que pedimos de un sorbo y en ese momento te acercaste a mí, me susurraste algo al oído que jamás olvidaré y me volviste a levantar. Esta vez ibas más lento, ibas conmigo. Te tenía de la cintura mientras me agarrabas la espalda, nos movíamos en armonía. El ritmo de la música aceleraba y cada que tenía oportunidad me acercaba a ti para robarte besos. Pasaban las canciones y tu y yo jamás habíamos estado tan unidos, tanto así que en un momento me fui para atrás, y en medio de la canción apretaste tu puño y rasgaste mi camisa. Estabas completamente roja, no sabías que había pasado, la verdad yo tampoco y realmente no me importaba, me coloqué el buso y seguimos en la pista. El tiempo pasaba los tragos seguían yendo y viniendo y tú... tú sonreías más que nunca.

La noche dejaba de ser noche y el son dejaba de ser son. Agotados en la mesa, a la que llegamos a las 9 de la noche nos tomábamos el que según el mesero era el último trago que nos iba a servir. Preguntamos la hora y la respuesta de 15 para las 4 nos sorprendió. La noche se pasó más rápido de lo que imaginamos. Escuchaste las trompetas de la canción y sin pensarlo me volviste a levantar y me dijiste 'Jamás olvidarás esta canción, mi amor'. Yo, cansado a más no poder saqué fuerzas de donde no tenía y me levanté, el ritmo me sonaba familiar, en algún lado tuve que haber escuchado esta canción, me suena familiar. Mientras la canción avanzaba, pegada a mi pecho cantabas y al oído me decías 'No hay cama pa' tanta gente'. Yo solo te seguía y buscaba no dañar ese momento que me dijiste sería inolvidable.

'Pa' fuera. Pa' la calleee' sonó el coro, y tu con una sonrisa muy tranquila, los ojos cerrados y tu cuerpo yendo de un lado a otro de una forma tan... hermoso me hacía sentir el hombre más afortunado de la vida. Mientras bailábamos te resbalaste y el tacón de los tacones que llevabas se rompió. Yo te agarré y quedaste en mis brazos, en shock, no sabía que estaba pasando, la felicidad, la canción, el alcohol, la vida misma sobre mí... 'Pa' fuera. Pa' la calleee' se escuchaba por última vez mientras las luces del bar se iban apagando.

Era la canción que terminaba una hermosa velada, llena de calor y energía, salimos del bar al mismo andén donde estuvimos antes de llegar, eran las 4 de la mañana, me ofreciste un cigarrillo y un beso profundo, tanto que me dejó con ganas de quedarme atrapado en él por el resto de la eternidad. Apenas te separaste de mi, me colocaste un cigarrillo en la boca y prendiste tanto el tuyo como el mío con la misma llama.

Estábamos ahí, a las 4 de la mañana, cada uno con un cigarrillo en la mano, en shock, cansados, pero felices. Porque cuando el amor se baila, se llama felicidad. Porque cuando se baila con el amor, se es feliz.

Letras a mí.

Lo más curioso de encontrar una estabilidad emocional, es el hecho de dejar de lado algo que me apasiona tanto. Llevo varios meses sin tocar(te), sin pensar(te) y sin buscar(te), y son los meses más tranquilos que he tenido en los últimos 4 años. Meses donde he querido escribir sobre romance, amistad y pasión, pero que por cuestiones externas y por la misma falta de inspiración no se me dan.
Insisto, es curioso que esta estabilidad emocional me haga sentir tan vacío, y es que por más que piense que no estoy mal, que no estoy sufriendo, que he crecido y que soy más fuerte, no me siento feliz.

Una parte de mi dirá que me hace falta esa adrenalina que se siente cuando uno sufre por distintos factores; que por amor, que por suerte, que por problemas en la vida, y es que lo peor es que esto haga pensar que no tengo problemas, porque claramente, como muy buenos amigos siempre me dijeron 'todo el mundo tiene problemas, pero lidia con ellos de forma diferente'. Creo que aprendí a lidiar con esos problemas de una forma plena, pero igual, ¿por qué sigo sintiéndome tan vacío?. 

No me siento cómodo con mis amigos, no me siento cómodo con mi familia, no me siento cómodo conmigo mismo. Es como si ese crecimiento, ese cambio que tuve para ser el 'yo fuerte' que soy hoy me hubiese arrebatado algo, algo como la esencia de vivir. Es como si hubiese perdido mi gota de vida. Y no hablo estúpidamente de que ya no vale la pena vivir, de que me voy a suicidar, y ese montón de maricadas. Hablo de que a mi vida le hace falta algo de sabor, de color y de pasión.

Aun siento dolor, quizás más que antes, aún siento cansancio físico y mental y aún sufro de esa maldita ansiedad que me ha puesto a sufrir desde que soy adolescente, pero me siento tan vació que de alguna manera todo eso no me importa, y caen en ese hueco, en se agujero negro que es mi corazón (como diría una amiga mía).

En resumen, algo le falta a mi vida, no sé que es, pero supongo que caminando y siguiendo donde estoy no lo encontraré. No hablo de dejar a mis amigos, puesto que para mi son demasiado especiales, ni dejar atrás toda esta fortaleza que he ganado, hablo de recorrer el mismo camino que estoy recorriendo, pero en zigzag, abarcando más terreno y conociendo más, para quizás, algún día encontrar algo que me haga quitar las gafas, me tome de la mano y me lleve a eso que tanto anhelo, que tanto llaman, felicidad.