Jueves, 15 de marzo. Ha sido un día muy tranquilo, de esos días en los que la lluvia golpea el techo y el calor de la cama llama, cual fuerza sobrenatural que arrastra al ser a un estado taciturno.
Pasan los minutos, pasan las horas y pese a que ese estado de quietud y tranquilidad predominan en el ambiente, el sueño no logra aparecer. Pasan largas horas para darme cuenta que ahí está, el fantasma de la soledad dispersando mi sueño.
El recordar que no hay nadie, el sentirme angustiado por aquel sentimiento de soledad. El pensar que será otro viernes, otro día más sin nadie con quien estar, sin nadie con quien ser, sin nadie con quien compartir. Será otro viernes igual a aquel jueves, o a aquel miércoles, o martes... lunes. Otro viernes más solo, conformándome con un par de cigarrillos viendo al sol escondiéndose tras el horizonte. Otro viernes más viendo como mi día se apaga, como la noche me envuelve y junto a ella la soledad me rodea.
Es demasiado triste estar bien, y de un momento a otro sentirse así. Impotente frente a una vida que parece no va a cambiar, frustrado por un sentimiento que quizás no sea real del todo, pero que en su existencia si tiene fundamento, cansado de no poder salir de ahí.
Es triste y duele; pero duele más cuando la nostalgia te patea, y recuerdas que ese viernes es una fecha especial, en la que solías hacer algo casi todos los años. Cuando cada viernes era un mundo diferente y tu mundo era feliz. Cuando habían personas que más allá de las diferencias compartían una amistad. Es triste y duele muchísimo más cuando pese a que sabes que tienes muchísimos amigos, te sientes tan solo.
El tiempo pasa y sigue lloviendo, el calor ha aumentado muchísimo y el sueño empieza a llegar. Estás echado junto a mi, recordándome lo cruel que puedes llegar a ser. Supongo que es hora de levantarme, realmente no quiero que llegue el día de mañana con tanta ansia. La verdad, en este preciso momento no sé en que región del espacio/tiempo me gustaría estar. No sé en cual lograría encajar y en cual dejaría atrás toda ésta soledad.
Solo necesito que te vayas, fantasma de la soledad. Solo necesito que me dejes en paz y pueda así volver a encontrar mi camino, volver a encontrarme con quien quiero, volver a encontrarme en equilibrio.
jueves, 15 de marzo de 2018
sábado, 10 de marzo de 2018
Una noche más.
Eran las 6:40, íbamos tarde, como de costumbre, a aquella función de las 7 de la noche. Corrías de mi mano a lo largo de los pasillos de ese gran centro comercial, esquivando personas a diestra y siniestra mientras teníamos como objetivo llegar a la taquilla del cine y reclamar aquellas boletas que teníamos reservadas. Recuerdo muy bien como te preocupabas por qué yo no debía correr, pero el hecho de perderme los avances me tenía con la adrenalina al límite y yo solo corría por instinto.
Logramos llegar, solo 5 minutos tarde, entramos a la mitad de los avances. Fue una película muy normal, tenía un poco de acción, un poco de comedia y un poco más de drama. Tuvo también un poco de tus besos cada vez que te acercabas a preguntarme algo. En general fue una buena velada. Sabías que no podía resistirme a tu mirada en la oscuridad, y sabías mejor que yo cual podía ser mi más grande debilidad.
Eran las 8:20 de la mañana. Iba pedaleando hasta donde mis pies daban. Habías dicho que quedábamos de vernos a las 8 en punto, y yo en mi mundo dejé ir el tiempo y salí más tarde de lo que pensé que saldría. Me sentía fatal pensar que te había hecho madrugar para que te enojaras conmigo por mi falta de puntualidad. Al llegar te vi tranquila, sentada observando a las personas que usualmente salían a jugar partidos de baloncesto. Me recordaste lo mucho que te gustaba ir a verme cuando tenía partidos. Nostalgicamente, recordé como lograbas subirme la moral y como gracias a ti lograba dar un poco más de mi 100% en cada partido.
Te levantaste de la silla, me diste un beso y luego me tiraste al pasto, me dijiste textualmente 'No vuelvas a hacerme madrugar para esperarte, imbécil'. Y posteriormente te fuiste a la cancha y preguntaste si había cupo para dos personas. Entramos a jugar unos 15 minutos, estabas en el otro equipo. No te cohibías cuando se trataba de presionarme y lo hacías con todas tus fuerzas, me hacías sentir completo nuevamente.
Eran la 1:00 de la tarde. Quedamos de vernos en tu casa, teníamos boletos para ir al teatro, pero primero querías que pasase por tu casa y almorzacemos juntos, me pediste que llevaras algunas cosas para completar el almuerzo y en mi forma de ser llevé varias que no coincidían a lo que me pediste. Cocinar a tu lado siempre fue uno de mis más grandes placeres, lo que más amaba era aprender cosas nuevas a tu lado. Almorzamos y salimos al teatro, la función era a las 4:20.
Nunca pensé que estaríamos juntos en un ambiente como ese... tan bohemio. Sin embargo a tu lado todo era simple, era hermoso, era perfecto. Salimos de aquella obra dramática a por un par de cervezas; Terminamos en un bar de son y salsa. Al principio estaba muy reacio a bailar, pero tu insistías. No aguanté y cedí, y no me arrepiento de ceder ante lo que me pides en momentos así. Fue una de las mejores noches de mi vida. Tus pasos, tus besos, tu ritmo, tu calor, tú.
Eran las 9 de la noche, era la última función del día, íbamos a ver una película de terror. También eran las 3 de la tarde, íbamos a comer hamburguesa, o cuando eran las 6 de la tarde, salíamos a tomarnos un café. Casi siempre buscaba empezar mis noches contigo, casi siempre buscaba terminarlas así; Feliz. Ahora solo quiero una noche más a tu lado, una noche más siendo feliz. Una noche más.
Logramos llegar, solo 5 minutos tarde, entramos a la mitad de los avances. Fue una película muy normal, tenía un poco de acción, un poco de comedia y un poco más de drama. Tuvo también un poco de tus besos cada vez que te acercabas a preguntarme algo. En general fue una buena velada. Sabías que no podía resistirme a tu mirada en la oscuridad, y sabías mejor que yo cual podía ser mi más grande debilidad.
Eran las 8:20 de la mañana. Iba pedaleando hasta donde mis pies daban. Habías dicho que quedábamos de vernos a las 8 en punto, y yo en mi mundo dejé ir el tiempo y salí más tarde de lo que pensé que saldría. Me sentía fatal pensar que te había hecho madrugar para que te enojaras conmigo por mi falta de puntualidad. Al llegar te vi tranquila, sentada observando a las personas que usualmente salían a jugar partidos de baloncesto. Me recordaste lo mucho que te gustaba ir a verme cuando tenía partidos. Nostalgicamente, recordé como lograbas subirme la moral y como gracias a ti lograba dar un poco más de mi 100% en cada partido.
Te levantaste de la silla, me diste un beso y luego me tiraste al pasto, me dijiste textualmente 'No vuelvas a hacerme madrugar para esperarte, imbécil'. Y posteriormente te fuiste a la cancha y preguntaste si había cupo para dos personas. Entramos a jugar unos 15 minutos, estabas en el otro equipo. No te cohibías cuando se trataba de presionarme y lo hacías con todas tus fuerzas, me hacías sentir completo nuevamente.
Eran la 1:00 de la tarde. Quedamos de vernos en tu casa, teníamos boletos para ir al teatro, pero primero querías que pasase por tu casa y almorzacemos juntos, me pediste que llevaras algunas cosas para completar el almuerzo y en mi forma de ser llevé varias que no coincidían a lo que me pediste. Cocinar a tu lado siempre fue uno de mis más grandes placeres, lo que más amaba era aprender cosas nuevas a tu lado. Almorzamos y salimos al teatro, la función era a las 4:20.
Nunca pensé que estaríamos juntos en un ambiente como ese... tan bohemio. Sin embargo a tu lado todo era simple, era hermoso, era perfecto. Salimos de aquella obra dramática a por un par de cervezas; Terminamos en un bar de son y salsa. Al principio estaba muy reacio a bailar, pero tu insistías. No aguanté y cedí, y no me arrepiento de ceder ante lo que me pides en momentos así. Fue una de las mejores noches de mi vida. Tus pasos, tus besos, tu ritmo, tu calor, tú.
Eran las 9 de la noche, era la última función del día, íbamos a ver una película de terror. También eran las 3 de la tarde, íbamos a comer hamburguesa, o cuando eran las 6 de la tarde, salíamos a tomarnos un café. Casi siempre buscaba empezar mis noches contigo, casi siempre buscaba terminarlas así; Feliz. Ahora solo quiero una noche más a tu lado, una noche más siendo feliz. Una noche más.
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