Claman mis lamentos en lo más profundo de la noche. Son pesadillas que no me aterran, sueños donde apareces entrañablemente, acaparando todas mis miradas, todo mi ser. Es el momento en que siento que lo nuestro no acabó como debía, no fue lo que debía, quizás, nos faltó algo a los dos... quizás sólo a mí. La cuestión no es olvidarnos, puesto que de una u otra manera marcaste algo en mí, algo especial, sin embargo debo aprender a vivir con que ya no estás... Como el cuervo que grazna en mi oído, cerciorándose de que lo escucho, avisándome que aquel final está pronto a llegar. Enloqueceré tal vez, pensando de nuevo todo el día y toda la noche en ti, cómo desde el día en que este poeta se enamoró de tu sonrisa, aquella que en mi recorrido intenté ver todo el tiempo, por aquella sonrisa que luché, aquella que en algún momento apagué.
La verdad quisiera que me leyeras, sé que no pasará, para ti ya no existo, para mí lo sigues siendo todo...Nos apresuramos, quisimos que todo fuera algo, nos da miedo cuando no sabemos qué pasa, cuando no sabemos que es algo. Ese miedo nos consumió, no sólo ese, muchos más, un miedo social, un miedo psicológico, y el más fuerte de todos, ese miedo de volver a perder... Yo seguiré acá para ti, así como lo estoy en la forma más humana desde el día en que te lo prometí. Cómo el cuervo que grazna en mi oído, sólo me quiere sacar los ojos.
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