Cómo olvidar ese momento tan especial para mí... quizá para nosotros. La vida nos sonreía, me sonreía, tú me regalabas tu sonrisa, tú eras mi vida. Sin embargo a veces lo fugaz de una sonrisa depende de una serie de momentos, en cuya densidad se encuentran los sacrificios, grandes, pequeños...
Recuerdo ese día, todas las noches, todos los días. Gris como Bogotá nos tiene acostumbrados, el frío nos hacía ceder. Mientras en el sofá me dejabas consentirte y acariciar tu cabello, pellizcabas de una forma dulce y encantadora mi barriga. Todo era perfecto, de repente la situación se tornó un poco más "divertida", mientras la película que veíamos rodaba, y tú en tu afán de evitar que las cosas pasaran intentabas enfocarte en la película argumentándome que jamás en tu vida la habías visto, yo intentaba buscar tu cuello, buscar tus manos, fuiste la cómplice de los engaños de mi mente, fuiste la cómplice de aquellos movimientos involuntarios que a propósito aparecían sobre tu cuerpo. Mientras pacientemente esperaba a que sucumbieses, cayó un relámpago. Me comentaste que el televisor no aguantaría una descarga eléctrica por lo que lo más prudente era apagarlo. Me tomaste de la mano, y me llevaste a tu cuarto... En mi cabeza un soneto, muy Gustavo Cerati sonaba, algo así como Persiana Americana. Algo como "Es difícil pensar, hasta donde llegaré". En ese momento me dijiste que esperara en la cama, te levantaste y observaste la ventana, llena de gotas de lluvia, llena de oscuridad, llena de nostalgia. Te noté preocupada, no lo mencioné, mi cabeza seguía insistiendo en que debería comenzar a "lanzarme" más. Era una excelente oportunidad, pero siempre fui prudente. Sabía que en cualquier momento alguien llegaría, y esa no sería la mejor situación para nosotros. Me levanté y te abracé, así como la primera vez, no tanto como la última. Te tomé de la cintura y te di un beso en el cuello, uno lleno de inocencia y de compañía. Ahí nos quedamos, 5 minutos viendo la ventana, husmeando tu mirada, buscando tu sonrisa para robártela con la mía. 5 minutos que parecieron 50, 5 minutos en los que mi corazón se aceleró, en que tu sonrisa me robó el alma. Fueron 5 minutos en los que me di cuenta que te amo. Sí, en presente...
La lluvia disminuía y me dijiste que fuésemos a recostarnos un rato, sin intenciones más allá que la de descansar, quizás a nuestro modo. El frío era terrible, ni tú con los busos que suelo utilizar habitualmente cesabas de temblar, ni mis abrazos, ni nada ejercía el calor suficiente para quitarte ese frío, así que finalmente me lo propusiste. "Acostémonos debajo de las sábanas, así de pronto se va el frío". Yo sin pensarlo medio segundo accedí. Sabía que mis manos en lo oculto de las sábanas serían más ágiles, menos fáciles de predecir. Entendí que ese momento que la vida a tu lado llena de gozos y emociones cesaría el día en que yo dejara de luchar, en que dejara de buscar la magia de tu sonrisa. Mientras mis manos tocaban tu cuerpo, tu sucumbías ante el cosquilleó, ninguno de los dos veía que hacían mis manos, la única que lo sentía eras tú, yo seguía deleitándome frente a tu sonrisa. Frente a tu mirada de "Odio que hagas esto Camilo, pero no pares, no pares porque entiendo que tú me das felicidad"... Cesó la lluvia, cesó el frío, cesó la inquietud de mis manos... Volvimos al sofá, era de noche, debía partir. Me acompañaste a la puerta, me diste un dulce beso en la mejilla, intenté cambiar la posición pero esta vez me ganaste en agilidad, me dijiste "Ten cuidado, no quiero que nada te pase porque" y pausaste, 3 segundos que parecieron un minuto. Mi mundo se detuvo, se volvieron a abrir tus labios y de ellos salieron un "Te quiero", el más sincero que diste en tu vida, el más hermoso. Intenté buscar tus labios, pero una fuerza mayor me detuvo, algo en mí dijo "Hoy ya hiciste demasiado, no la cagues imbécil" y tomé tus manos, sonrojado a más no poder, te miré a los ojos y recité un "Te amo" al cual no supiste responder. Ahí partí.
Eventualmente sueño con ese momento, creo jamás podré superarlo. Sólo me queda un gracias, por dejarme vivirlo.
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