Viene el atardecer, pasó otro día, otro día sin hablar, otro día sin dejar de pensar en ti. No puedo sacarte de mi cabeza desde aquel momento que soltaste mis manos, desde aquel momento en que tu mirada se separó de la mía. Desde aquel adiós que sin más separó los lazos que conectaban nuestras existencias, aquel adiós que destruyó parte de mí. Otro atardecer más que observo anhelando tu regreso, esperando pacientemente un quizá. El tiempo no es remedio, del tiempo deviene el recuerdo, el olvido es la solución de quien realmente nada sintió. Mientras más pasa el tiempo, más te extraño, menos te olvido...
Al final sólo me queda suspirar, mientras sigo viendo este atardecer... no sólo éste, el de mañana, el de pasado mañana... Así la vida será un constante anhelo frente a un atardecer eterno.
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