Estabas allí, sentada bajo la lluvia, fue cuestión de instantes para que me encontrara a tu lado y de alguna manera encontrara el valor para tomar tu mano. Sentía que estabas herida, quizás tanto tiempo que esperé para hablarte me sirvió para entenderte un poco más, y así mismo, te sentiste en calor conmigo, pese a que la lluvia mojaba nuestras ropas y el frío se apoderaba del ambiente. Estábamos allí, sentados bajo la lluvia, tú, en un estado más que deplorable, y yo intentando ser quien nunca fui, un hombre que pudiera sacarte de ese estado. Poco a poco, entre intentos de auto humillación y patéticas bromas, logré sacarte pequeñas sonrisas que contenían las gotas de lluvia que caían sobre tu rostro, aquellas que realmente eran lágrimas que no habías podido evitar. En ese momento comprendí que no era el único que me sentía solo. Pese a que en tu circulo social estabas rodeada de personas, sobretodo hombres que manejaban características que siempre creí te atraían, no lograbas entablar confianza con ninguna de esas personas.
Después de ese día entre nosotros todo cambió, a mi lado sonreías, a tu lado me sentía completo, comenzamos a formar una pequeña relación que poco a poco fue creciendo, poco a poco fue tornándose algo muy grande. Desde instantes como ese en tu casa, cuando dormías sobre mi pecho y de un momento a otro un estornudo mío te levantó, y sin más me pegaste con un cojín en la cabeza diciendo "Estúpido, no te diste cuenta que estaba descansando de la forma más placida, cosa que hago sólo cuando estoy a tu lado" mientras apretabas mi mano e intentabas hacer que yo me disculpara, dándote un beso en esa parte del cuello que tanto te gustaba. O cómo cuando fuimos por primera vez a cine, dónde una barra muy grande separaba nuestros asientos y no la podíamos mover, y entre pequeñas risitas, tus manos y las mías se encontraban a través de aquella barra, tus piernas buscaban molestar las mías y finalmente tus labios encontraron los míos sin importar la incomodidad en que se dio ese beso... O quizás ese momento que considero yo cúspide, en el cual me sentí realmente feliz, cuando de tu mano bailé por primera vez, teniéndote cerca, más cerca de lo que jamás imaginé, teniéndote ahí, a un te amo de distancia, dónde nuestras almas se enaltecieron y nuestros cuerpos se volvieron uno sólo. Ahí donde tu y yo dejamos de ser tú y yo, y nos volvimos una especie de nosotros. Finalmente, después de incontables momentos de felicidad, algo ocurrió, y ninguno de los dos volvió a ser el mismo, ese nosotros comenzó a tornarse un poco distante de las ideas que manejábamos, y poco a poco todo se fue derrumbado, hasta el punto en que ese tú y yo que al principio existió, estaba separado por una cantidad incontable de kilómetros, ese tú y yo ya no se reconocía. Finalmente llegó ese final que tanto esperé no pasara... Quizás fue lo mejor para ambos, quizás no, no lo sabré.
Estoy allí, sentado bajo la lluvia, solo, esperando que algún día llegues de nuevo, y tomes mi mano.
sábado, 28 de febrero de 2015
jueves, 5 de febrero de 2015
Frustración.
Cuando pensé que mi vida encontraría esa paz que tenía hace aproximadamente 4 años, las cosas vuelven a complicarse, tanto física, como emocionalmente. Y no es sólo el tener que haber acelerado mi recuperación de rodilla para hacer algo tan fundamental y básico como desplazarme de un lugar a otro, en este caso desplazarme al lugar donde estudio, sino también es el comenzar a tener sensaciones y recuerdos.
Pensé que volvería lentamente a hacer deporte, hace menos de 15 días comencé con una pequeña rutina de ejercicios en la pierna, más el centenar de escaleras que subo diariamente, por lo que pensé que este fin de semana podría regresar a las canchas, arrojar un balón a un aro, correr de un lado a otro... Aunque correr es un decir, entre otras cosas. Algo así como tomar el sol de nuevo, sudar y sentir la satisfacción de un buen trabajo... Pero el dolor volvió. 2 meses y 7 días después de mi operación de rodilla, ahí sigue ese dolor, punzante, tortuoso, permanente, un dolor que no se va, que siempre viene... Dolor. Por lo que obviamente estos planes de salir a jugar baloncesto, o fútbol, o tenis, o cualquier cosa, se cayeron.
Sin embargo la situación trasciende más allá, y esta frustración vuelve a tu sonrisa. Aquella que a día de hoy no logro superar. Por más que lo intente seguirá ahí, en mi cabeza, en mi corazón. La sonrisa que desperté, aquella misma que en algún momento apagué. Básicamente eso, frustración que me recuerda lo mucho que te extraño. Frustración que me hace necesitar tus besos. Frustración, frustración, decepción.
Pensé que volvería lentamente a hacer deporte, hace menos de 15 días comencé con una pequeña rutina de ejercicios en la pierna, más el centenar de escaleras que subo diariamente, por lo que pensé que este fin de semana podría regresar a las canchas, arrojar un balón a un aro, correr de un lado a otro... Aunque correr es un decir, entre otras cosas. Algo así como tomar el sol de nuevo, sudar y sentir la satisfacción de un buen trabajo... Pero el dolor volvió. 2 meses y 7 días después de mi operación de rodilla, ahí sigue ese dolor, punzante, tortuoso, permanente, un dolor que no se va, que siempre viene... Dolor. Por lo que obviamente estos planes de salir a jugar baloncesto, o fútbol, o tenis, o cualquier cosa, se cayeron.
Sin embargo la situación trasciende más allá, y esta frustración vuelve a tu sonrisa. Aquella que a día de hoy no logro superar. Por más que lo intente seguirá ahí, en mi cabeza, en mi corazón. La sonrisa que desperté, aquella misma que en algún momento apagué. Básicamente eso, frustración que me recuerda lo mucho que te extraño. Frustración que me hace necesitar tus besos. Frustración, frustración, decepción.
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