Siempre decías cosas que me endulzaban el oído, siempre cosas bonitas que extrañamente no eran acordes a tus actitudes. Llegaste a decirme que siempre estarías para mi debido al amor que sentías por mi, pero eso no fue más que otra mentira más que creí. Siempre me gustó vivir en ese mundo de mentiras, en primer lugar porque me gustaba creer que era todo cierto y en segundo porque siempre he querido ser el mejor mentiroso.
Han pasado ya dos años desde te fuiste, pero sigues aquí, en mi cabeza, en mi forma de ser. Todos me decían que eras una persona mentirosa, que no tenía corazón y que era fría como ninguna otra. Mi sorpresa llego al encontrar en muchas muestras de afecto por tu parte calidez en un gran corazón. Con eso empecé a dudar si realmente eso de que eras mentirosa era una mentira más.
¿Hasta dónde una mentira es eso? ¿Cuándo una mentira es una verdad escondida? ¿Cómo se da el caso contrario? Todas preguntas que me nacían mientras mas pasaba tiempo contigo y mas te iba conociendo. Mientras más te conocía, más preguntas me hacía. No me sentía tranquilo, pero llamaba mucho la atención conocerte, tenías una forma de ser curiosa, siempre en función a una prosa que profesabas, pero que muy rara vez demostrabas... hasta el punto que jamás olvidaré la primera vez que me dijiste 'No te vayas, te necesito'.
Empecé a ver como mentías, o al menos así yo lo percibía. No solo cuando hablabas conmigo, sino en general cuando hablabas con cualquier persona. Moldeabas las cosas a tu favor en la mayoría de oportunidades que tenías para hacerlo, y no dudabas ni un segundo en mostrarte segura frente a todo lo que decías por más que supieses que yo sabía algo más. Eras cínica con tus palabras, pero en momento me dabas el cariño que me faltaba en ese momento.
Al final todo me llevó a pensar ¿qué son realmente las mentiras? ¿Acaso una mentira deja de serlo cuando es mejor que la verdad que esconde? ¿Es una mentira repetida muchas veces una verdad?, contigo me preguntaba y me preguntaba cosas y empecé a tomar actitudes tuyas, empecé a mentir.
Después de todo lo que me dijiste y que nunca permitiste que me fuera, un día tomaste la decisión de desaparecer. Me afligía el saber que no volvería a tener palabras bonitas de tu parte, porque al final, después de tanto repetirlas, sonaban como verdades. Siempre guardé en mi recuerdo tu muletilla más constante, 'No te vayas, te necesito'. Ésta que me enseñó a comportarme de una forma más maquiavélica, y por la cual te agradezco.
Hasta el día de hoy no he obtenido respuesta a ninguna de las preguntas que me formulé al largo de éste texto, sin embargo, entendí que para vivir en un mundo de mentirosos, se tiene que ser el mejor de los mentirosos.
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