Lee ésto de la forma en que más te plazca. A mi, en lo personal me gustaría hacerlo con una buena cerveza y un cigarrillo encendido. Leer esto sentado en un andén, o en un balcón sería lo ideal, viendo los carros pasar mientras pienso con calma, letra por letra, párrafo por párrafo intento entender cual es el trasfondo de ésto.
Aveces sólo el fuego de una vela, o la luz de la luna bastan para generar tranquilidad en una persona, a veces simplemente una sonrisa especial. Cuando todo lo que puedes considerar romántico y en cierta manera te llena como individuo se junta dejas de ver el mundo como lo ves siempre. Dejas de ver números por todos lados, y la razón pasa a un segundo plano. Como el Quijote enloquecido estaría yo, buscando de cualquier manera hacer que ese instante de locura fuese eterno. Tu, la principal culpable.
Un día todo volverá a la normalidad y la locura desaparecerá. El sentimiento mágico que nos saca de la realidad se irá desvaneciendo y poco a poco aterrizaremos de nuevo a una realidad, que muchas veces vemos como cruel, pero tan solo es muy real. Felicidad, lo más fuerte que podemos sentir y lo más alto que podemos llegar, pero uno tiene que aprender que la felicidad no es permanente y que es felicidad en sí por lo efímera que es. Eso es lo bonito de ella.
Realmente me pregunto si vale la pena sufrir tanto para ser feliz... pero es que en sí, primero debo pensar si realmente estoy sufriendo. Es decir, quizá todo sea algo que únicamente está en mi cabeza. Esa locura que transgrede mi ser y afecta de diversas formas mi forma de ser. Cuando tengo que dejar de pensar en mí, y empezar a pensar en las situaciones que me rodean, cuando sufro por no poder hablarte o verte o besarte o tenerte, no porque no quiera intentarlo, sino por la prudencia que necesito mantener. ¿Realmente vale la pena dejar mi mundo en la cabeza de un alfil para llegar a la punta de éste en forma de un beso tuyo?
Aún así sin más, felicidad suele haber por todos lados, pero al ser tan efímera no nos damos cuenta de que esta ahí. Solo notamos su ausencia y solo nos preocupa eso, más allá de cualquier cosa. La felicidad llega sola, pero llega con ciertos sacrificios. No hay nada más real que el intercambio equivalente. Siempre habrá un precio a pagar, por algo que se quiera, y en este momento no sé que soy capaz de dar por tenerte cerca a mí, porque sé con total seguridad que a tu lado soy feliz.
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