Si mal no recuerdo era un sábado. Me levante muy temprano, quedamos de vernos antes de las 8, al frente del gran almacén. Pensé que un lindo detalle contigo sería una gran chocolatina, como llegue tan temprano pensé que podría entrar al gran almacén y buscarte la chocolatina más grande que mis 5mil pesos pudieran pagar, eso sin quedarme sin lo del bus. Encontré dos, no supe si llevarte la blanca o la negra, así que empaqué dos. Salí de allí y te vi, me quedé sin palabras. Sabes que en mí reina la timidez pero rompí mi barrera y te saludé. Sentí que mi día sería genial.
Tu me explicaste que bus coger, pues yo no tenía la menor idea, así que cogimos ese. Confié ciegamente en ti y no me defraudaste. Llegamos a nuestro destino, recuerdo yo tenía boletas gratis, pero tu tomaste la iniciativa. Entramos y comenzamos a dar vueltas. De mi maleta sacaste un gorrito y anduviste todo el día con él. Hicimos muchas cosas, recuerdo bien. Jugamos con plastilina, dimos muchas vueltas, caminamos muchísimo, pero no se sentía el cansancio. Cuando llego la hora de almuerzo nos fuimos a un huequito y de mi maleta salió mágicamente un paquetote gigante de papas. Fue un almuerzo muy muy genial.
Dimos más vueltas, reímos, sonreímos, fuimos felices ese día. Llego la hora de despedirnos y tomar el bus junto, pues vivimos cerca, pero yo me bajaría esta vez más adelante. Nos despedimos. Hoy te extraño mucho, mi querida súper heroína.
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