lunes, 26 de agosto de 2013

Pánico.

Retumba en tu mente, un recuerdo, quizás no muy bueno. Sientes que debes hacer algo, pero no puedes. Recuerdas que estás encerrado en una habitación. No hay salida, no hay escapatoria, no hay oportunidad de liberarse de el. Sólo tienes una ventana de 20x20cms que mira hacía un parque, donde solo ves humo. Humo quizás de ese cigarrillo que te gustaría estar fumando. O tal vez, de esa piromanía que hay dentro de ti, de aquél montón de papel que gustarías estar quemando.

Sólo sabes que estas ahí, en un cuarto con una sola ventana, que parece no tener puertas, pero que si las tiene y está totalmente cerrada. Te comienzas a desesperar. Gritas, nadie te escucha. Lloras, nadie te escucha. Estás solo tú con tu mente. No hay nadie más, ni nada. Es un cuarto no muy grande, pero tampoco pequeño. Pero en este te sientes acabado. Sientes que cada vez más se consume y se va reduciendo. Es solo tu cabeza, pero aun no lo entiendes. Sufres un ataque de pánico. Y despiertas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario