viernes, 23 de agosto de 2013
Una noche más.
Son las 7 de la noche, comienza a oscurecer. No hay más arroz, nada que comer. Desesperadamente busco en mi abrigo una caja, una caja de cigarrillos. Salgo al balcón, me fumo uno, me fumo dos, cuando menos me doy cuenta, he acabado con la caja. Entro de nuevo, son 5 los libros que veo en mi mesita de noche. ¿Cuantos de ellos serán importantes? Eso ahora no me interesa. Busco un sobre de café instantáneo, al menos esto me llenará un rato. Me siento a leer... Pero algo extraño sucede. En mi mente solo aparece una cosa, tras cada palabra tu rostro se muestra en mi cabeza. Esto se comienza a volver desesperante, no me puedo concentrar, no te puedo sacar de ahí. Sal, Sal te lo pido, necesito dejarte lejos pues solo me causas sufrimiento. Sal, sal de aquí pues tu hora ya pasó y no la aprovechaste... Pero... No te vallas, quédate, hazme recordar todo lo que vivimos, por que fuimos lo que fuimos. Quédate, pues tú eres la única que calma en mi el dolor de la rutina. Seguiré luchando contra mi moral donde no sé si eres buena o mala para mi hasta caer inconsciente, tendido quizá en una silla o posiblemente en el piso. Muy rara vez en la cama o en el sofá cómodamente. Así me levantaré, tendré un día "normal" y volverán a ser las 7 de la noche.
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